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Había allí un centurión, cuyo siervo, a quien este estimaba mucho, estaba enfermo, a punto de morir. Como oyó hablar de Jesús, el centurión mandó a unos dirigentes[a] de los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo. Cuando llegaron ante Jesús, le rogaron con insistencia:

―Este hombre merece que le concedas lo que te pide:

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Footnotes

  1. 7:3 dirigentes. Lit. ancianos.